Un día de vida de Martin Pescador

Mis paseos por las orillas el río Jerte, no tenían otro motivo más que buscar un ave que suele fascinar a curiosos y profanos en la materia ornitológica, su colorido, rapidez de vuelo y pequeño tamaño acompañado de un incesante pitido, contribuye a que muchos observadores de aves dirijan la vista hacia un pájaro de vuelo rápido y horizontal, no llegando a veces a vislumbrar del todo que es lo que ha pasado por encima de la corriente de agua a tanta velocidad. El Martín pescador, un pájaro de costumbres que suele elegir el mejor lugar para pescar esos pececillos que no esperan un arponazo con su largo y puntiagudo pico que ensarta sus pequeños cuerpos escamados. No falla eso está claro.

Padres Ejemplares

La pareja de Martines se apresura en la labor de pesca matutina con el fin de llevar a sus vástagos el preciado manjar que los hará engordar y crecer rápidamente para no estar a expensas de cualquier depredador que descubra el socavón realizado por los padres en el  arenoso cortado de la orilla del río, culebras u otros depredadores que se guían por las señales olfativas, pueden ser un peligro para la prole, a pesar del cuidado y vigilancia de sus padres. Ellos, como digo se afanan por alimentar a sus 3 o 4 pollos que esperan con impaciencia la entrada vertiginosa de alguno sus padres al nido. Cuatro o cinco segundos después, sale de nuevo despavorido a su posadero habitual. No antes sin haber cebado a uno de estos pollos mientras sus hermanos esperan la llegada del otro congénere con el bocado en el pico. Y así sucesivamente durante un largo periodo. Posteriormente no muy lejos de allí se posarán al abrigo de alguna sombra que les de protección y puedan estar vigilantes sin ser vistos.

Un invitado inesperado

El Martín pescador es un ave de pequeño tamaño con un colorido y porte muy singular, he tenido la oportunidad de tenerlo a escasos centímetros en varias ocasiones y siempre ha respondido a la “llamada” del fotógrafo de naturaleza. Un simple posadero estratégicamente colocado puede ser un reclamo interesante para esta especie en concreto, siempre y cuando hayamos observado con detenimiento sus movimientos en algún lugar cercano a ríos o charcas. Otra cosa es integrarse en su vida salvaje, como pueda ser el caso que os cuento en esta experiencia fotográfica.

La posibilidad de realizar imágenes entrando al nido con la ceba o en posaderos donde mostrar su entorno tiene su dificultad, pero no es imposible, más tratando se un ave como esta que suele tolerar a los intrusos con bastante facilidad. Admito que no es muy ético hacer cualquier tipo de fotografía relacionada con nidos o en tiempos de cría, evidentemente porque podemos malograr las puestas o ser demasiado molestos con las especies que intentamos retratar y esto hay que matizarlo con detenimiento o simplemente en muchos casos ni siquiera intentarlo. Pero en este caso concreto la especie no corre ningún peligro evidente, doy fe de ello.

No se trata de realizar una simple foto para la colección, recoger bártulos e irse a casa, la labor de este intrusismo en un espacio vital para el Martín, ha sido perfectamente estudiada y controlada durante horas y días de observación, con ello hemos podido controlar los horarios, movimientos y colaborando en el buen desarrollo de la puesta y cría de polluelos de esta pareja, aunque la finalidad fuera otra, para luego realizar un trabajo de documentación que nos faltaba por hacer y que ya no es necesario repetir una y otra vez, hay creo que reside el peligro, se repetitivo y agobiante es algo que tenemos que tener en cuenta en este tipo de fotografías y eso que se trata como digo de un ave bastante tolerante y confiada, Esto no obstante  no debe ser excusa para no tratar con el máximo rigor los métodos de trabajo.

En esta ocasión, el lugar frecuentado por pescadores, era un posible riesgo para la puesta y consecución de la cría del Martín pescador. Nosotros en la lejanía de alguna manera salvaguardamos con nuestra observación el éxito de la cría del protagonista de esta historia, sin dejar huellas de nuestro paso o curiosidad, algo que otros podrían interpretar de tal manera que se acercaran a husmear lo que por allí se podía cocer. Esto es peligroso, si hay alguien por los alrededores, nunca hay mostrarse cerca de un nido de aves, más que nada para no levantar sospechas a curiosos indeseables de hacer daño gratuito. Así lo hicimos, siempre dos personas trabajando, vigilantes y con mucha precaución al respecto, colocando los equipos en lugares adecuados y poco a poco y día tras día, dejando hacer al pequeño pájaro su vida cotidiana sin interferir demasiado en su ritmo vital. Al final los resultados están ahí, fotos que cuentan de alguna manera otra forma de ver a esta especie y contada a través del visor de una cámara accionada a distancia, sin peligro para la especie y los progenitores que han sido los protagonistas de esta vivencia.

Cuatro pollos abandonaron el nido para ubicarse en otras orillas no lejanas y que algún día harán lo que sus padres a nosotros nos han mostrado. Por todo ello, respeto, buen hacer y resultado acorde con el trabajo de campo bien realizado, somos invitados inesperados, pero a la vez creo que amigos de esta pareja de bellos ejemplares de Martín pescador, que nos dejaron entrever parte de su vida cotidiana.

Y para terminar solo decir que no me considero un fotógrafo de naturaleza propiamente dicho, sino un naturalista documentalista, que disfruta, observa, respeta y aprende lo más preciado que nos deja la vida a nuestro paso, la Naturaleza. Normas básicas para no interponer una foto a los momentos extraordinarios que nos enseñan los animales salvajes, su hábitat, los paisajes, anfibios, insectos plantas que nos rodean nada más poner un paso fuera del mundanal ruido de la ciudad. Que mejor manera de documentar que perderse en estos bellos parajes llenos de vida y satisfacción para el Naturalista.

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