Fotos De Paisajes Con Nebulosa

No recuerdo la última vez que salí al campo sin mochila, sin prismáticos, y sin bocata para el medio día, pero si recuerdo la última vez que aun llevándolo no salí del coche. La mañana despuntaba fría, nebulosa y poco apetecible para pasear por el campo. Pero que corcholis, me había despertado aun sabiendo que la mañana no me iba a deparar una jornada soleada para deambular por los bosques del norte de Extremadura.
Mi primera intención al despuntar el alba fue pensar que no tendría posibilidades ninguna de sacar los cacharros y afotarlo todo. Pero quería parar el reloj en esos momentos en que el tiempo no juega a favor, es más me da exactamente igual que las señales horarias me interrumpan con ese sonido metálico que nos devuelve a la realidad de la vida cotidiana. Pero que leches, hoy solo quiero admirar el paisaje y sentirme libre. El rocío impregna mi cara del líquido elemento que me recuerda al invierno asomando en el horizonte, pero yo a lo mío, no puedo perderme el espectáculo que tengo ante mis ojos.


Miro de un lado para otro según avanza el vehículo por tierras conocidas, pero poco exploradas, mi mente se detiene por un instante, intentando reconstruir lo que mi cerebro no puede interpretar. Es cuando decido sacar la cámara para que me ayude a mirar lo que mis ojos por si solos no pueden ver. En efecto, el encuadre del visor me deja ver más allá de todo eso, señalándome lo inusual de un paraje agreste y desmedido como el que acabo de encontrar. Que preciosidad, que lugar, que entorno, que desgraciado me siento por haber tardado tanto en encontrar el paraíso otoñal que  se cierne ante mi ciega mirada.
Yo que amo las aves, su comportamiento, su colores, sus formas y su biología, me doy cuenta que ellos deambulan por estos lugares, mucho antes de que yo los encontrara. Me siento un niño con zapatos nuevos, después de haberlos destrozado junto a mis amigos en busca de aquel rincón que gustaba frecuentar, pero que no me dejaban andar más allá de que lo que mis piernas deseaban llevarme. Qué difícil es mirar y no observar. La imaginación nos traslada más allá de lo posible cuando nos sentimos tristes o decaídos, pero nada como encontrar la verdad en parajes perdidos y rodeados de silencio y recuerdos de antaño. El bosque es así y a veces la niebla no nos deja ver la lejanía, pero maldita sea, que lugares para soñar y perderse por un rato.

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