El Carbonero Palustre en lo natural

El año pasado instalé un comedero en un bosque caducifolio cercano a mi casa. Fueron meses divertidos con las aves forestales alimentándose a escasos 4 metros del hide. El primer inquilino fue un petirrojo, extremadamente receloso. Cuando al cabo de un tiempo descubrieron los páridos y el trepador esa provisión gratuita de comida, el pobre petirrojo apenas podía acercarse, dado lo pendiente que estaba de un cristal circular que se movía siempre hacia su posición.
Unos de los visitantes más asiduos eran los carboneros palustres, muy atrevidos, incluso cuando se acercaban los pícidos. Cuando luego examinaba las imágenes en casa me sorprendieron las sutiles diferencias entre los ejemplares, en concreto resultaba muy significativa la extensión del babero, exigua en algunas aves (ver la imagen de arriba), y anormalmente extensa en otros (ver la imagen de abajo). Sin duda un buen ejemplo de uno de los principios básicos de la evolución: la variabilidad entre individuos de la misma especie.

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