Correlimos Y Sandpipers

Rápidos, pequeños, con una infinita variedad de plumajes dependiendo de su edad o la época del año, los correlimos siempre me han atraído. Viajeros impenitentes, la mayoría realizan migraciones de miles de kilómetros y son todo un reto para el fotógrafo por su extrema movilidad. Ahora, al final del verano, es una buena época para intentar fotografiarlos aquí en las costas cantábricas. Son frecuentes los bandos mixtos formados por cientos de ejemplares de correlimos comunes y ejemplares aislados o en cantidades mínimas de otras especies, como las aquí representadas. Junto a ellos, en ocasiones, aparecen correlimos neárticos, lo que contribuye a que la observación de estas aves cuente con auténticos apasionados, capaces de detectar, entre centenares de ejemplares, al “raro”.
Las fotografías anteriores muestran ejemplares en diferentes plumajes, edades y épocas del año. El correlimos común, fotografiado hace solo unos días, aún conserva parte de su plumaje nupcial. La longitud de su pico parece sugerir que se trata de la subespecie que cría en el norte de Escandinavia. El correlimos menudo es un ejemplar juvenil. El correlimos tridáctilo, corriendo de forma endiablada por la playa de Oyambre, en Cantabria, presenta el típico plumaje blanquecino gracias al cual recibe su nombre específico latino. El correlimos zarapitín, de pico curvado, también es un ejemplar juvenil, fotografiado hace dos días. Pronto reanudará su extraordinario viaje hasta el África subsahariana. La última fotografía corresponde a un ejemplar en plumaje nupcial del precioso correlimos gordo. Se trata de un plumaje poco habitual en estas latitudes. La foto fue realizada durante el paso prenupcial en la desembocadura de la ría de La Rabia.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.

Swipe to unlock!
Unlocked